lunes, 25 de febrero de 2008

pincazo del madrid

Hay algo ridículo en la derrota del Madrid que le puede hacer bastante daño ahora y en el futuro. Perder contra el Getafe entra dentro de lo posible porque se trata de un equipo notable, pero caer así, disparándose al pie, deja una sensación de temblor generalizado que empieza en el tejado de la confianza y termina por los cimientos del fútbol. Escucho que el fútbol es para listos y yo diría que es más democrático, que admite listos y tontos siempre que estén concentrados, pendientes de los semáforos, de las señales y de los árbitros.
Así fue. El partido se decidió por una inocentada. El Madrid celebró lo que creyó un gol de Robben sin percatarse de que el árbitro había anulado la jugada en el movimiento anterior (Raúl se aprovecha de su situación antirreglamentaria para rematar) y sin prestar atención al juez de línea, que tenía levantada la bandera desde entonces. Quizá confundido por el estruendo del estadio, o por la felicidad, el holandés festejó su acierto en el córner y allí se congregaron Torres, Cannavaro, Ramos y Drenthe, tres defensas y un optimista, componiendo todos una bella representación de la victoria.
Cuando el comité de festejos descubrió la cruda realidad se quedó paralizado. Justo cuando los madridistas en verbena giraron la cabeza, tal vez advertidos por los gestos de pánico de algunos seguidores, Belenguer ponía en juego la pelota desde un rincón del área pequeña. Casquero continuó la jugada y cruzó el campo de norte a sur sin encontrar más vida inteligente que Raúl, Heinze y Guti, los únicos jugadores del Madrid, además de Casillas, que mantenían los sombreros sobre su cabeza y el revólver en el cinturón.
Curiosamente, esa combinación ofensiva del Getafe fue la única que terminó en un triángulo perfecto. Favorecidos por la superioridad numérica, Casquero abrió a Hernández y este asistió a Uche, que fulminó a Casillas con un remate incontestable.
Desde el Madrid se podrán aportar las justificaciones que se consideren oportunas. Que si el árbitro silbó tarde o reaccionó lento, pero de algún modo el barrio se había impuesto al centro de la ciudad. Y en esa evidencia cabe una novela o un partido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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