
La primera trampa es el resultado de la ida: 2-1. Sabemos que el Madrid se clasifica con un 1-0, pero se trata de un conocimiento meramente teórico. Cuesta creer que la eliminatoria se resuelva así, con una sola flecha y directa al corazón. Si eso sucediera, los últimos minutos resultarían angustiosos, a no ser, claro, que ese gol salvador llegara al final, y aún mejor en el descuento, justo cuando el árbitro se dispone a inflar los mofletes para terminar el partido y soplarnos a casa. Podría suceder tal como lo cuento, pero es mucho más fácil imaginar una ensalada de tiros. El frenesí.
La segunda trampa es el rival. Roma es antes una ciudad que un equipo de fútbol. Un lugar, además, que sólo despierta evocaciones positivas: dolce vita, historia, vacaciones, Audrey, putanesca y flores de calabacín. Hasta la administradora delegada del Roma, Rosella Sensi (hija del dueño, ojos verdes, 36 años, clase infinita) surge como una presencia arrebatadora capaz de pedir 25 millones de euros por Samuel y capaz de convencernos.
La segunda trampa es el rival. Roma es antes una ciudad que un equipo de fútbol. Un lugar, además, que sólo despierta evocaciones positivas: dolce vita, historia, vacaciones, Audrey, putanesca y flores de calabacín. Hasta la administradora delegada del Roma, Rosella Sensi (hija del dueño, ojos verdes, 36 años, clase infinita) surge como una presencia arrebatadora capaz de pedir 25 millones de euros por Samuel y capaz de convencernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario