miércoles, 16 de enero de 2008


Zaragoza no existiría ni se podría entender sin la presencia del Ebro, el río más caudaloso y con la mayor cuenca hidrográfica del Estado Español (85.000 Km2). Los primeros pobladores conocidos, los iberos, se asentaron en sus proximidades, fundando Salduie, ciudad-estado, en la confluencia de la antigua desembocadura del río Huerva con el Ebro. A partir de entonces los sucesivos habitantes disfrutaron de los privilegios, aunque también de los riesgos, que la magnífica presencia del Ebro imponía.

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